Imaginen a dos personas sentadas en la misma mesa de póker. Uno juega con sus propias fichas: cada victoria o derrota le afecta directamente. El otro juega con dinero de un grupo de inversores, y se lleva una parte si todo sale bien. Técnicamente, ambos participan en el juego, pero su
relación con el riesgo, la disciplina y los incentivos son totalmente diferentes. En resumen, esa es la diferencia entre las empresas de criptomonedas y los fondos de criptomonedas.
Para la mayoría de los no profesionales, ambos se clasifican como
"operadores profesionales". Pero agruparlos no es lo esencial. Los incentivos, las estructuras e incluso las culturas que los impulsan son muy diferentes, y comprender esas diferencias es clave para comprender cómo funciona el mercado de criptomonedas.
Incluso desde la perspectiva de operadores e inversores,
la definición cambia según el puesto. Si se les pide que describan un fondo de criptomonedas, los inversores ven un vehículo estructurado que ofrece exposición a activos digitales, mientras que los operadores ven niveles de cumplimiento normativo, estrategias de inversión y exclusividad que impiden la participación del 99% más pobre. Si se pregunta por una firma propia, el tono cambia: los operadores describen la velocidad, los algoritmos y la participación en el juego, mientras que los inversores solo destacan la incertidumbre, el alto nivel de riesgo y estrategias que se asemejan sospechosamente a la magia de los gráficos vudú.
Este artículo analiza estas perspectivas y expone ambas perspectivas: qué son realmente los fondos de criptomonedas y las
empresas de propiedad de criptomonedas, en qué se diferencian y por qué es importante distinguirlos.